Fue a él a quien sentí
pasando por mi corazón,
en esa tarde de abril
con templado cielo azul.
Fue el roce suavizado
que coloreó mis mejillas,
al ver un sueño obnubilado
renacer de las cenizas.
Pero cuando toqué aquel sueño
y lo vi desmoronarse,
él fue mi gran anhelo
pincelado en mil paisajes,
por versos de amor
que intentan atraparlo,
para amarlo sin dolor
y tenerlo entre mis brazos.
Pero una y otra vez,
frágil como un cisne blanco,
ese sueño tan hermoso
se deshace en mil pedazos,
en deseos y días grises
que juraron esperarlo,
y se volvieron imposibles
por añorarlo demasiado.
CECI