(Homenaje a Manuel Acuña)
“Porque en tus ojos asoma
con un dulcísimo encanto
todo lo hermoso y lo santo
del alma de una paloma.”
No requiero preguntarte
por todo lo que me amas,
sé que, enseguida, te inflamas
cuando prometo besarte.
No tengo que interpelarte,
puedo preverlo en tu aroma.
No requiero del idioma
con un verbo delator;
se bien de este inmenso amor,
porque en tus ojos asoma.
Me dices cuanto me quieres,
con el brillo de tus ojos,
cuando adivino sonrojos,
rememorando placeres.
Me dices, que me prefieres
sin palabras, con encanto.
Seguro estoy, me amas tanto.
Lo sé, por tu boca amada;
porque ríe, afortunada,
con un dulcísimo encanto.
Me dices cuanto me adoras,
cuando turbada respiras,
tiemblas, me miras, suspiras
y en responderme demoras.
Conozco cuanto me añoras,
al marcharme, por tu llanto.
Sé, bien, que me quieres tanto,
sin una oral expresión;
encuentro en tu corazón
todo lo hermoso y lo santo.
Sé de todo ese cariño
por el tacto de tu piel,
mostrado siempre por el
anhelo, bajo el corpiño
Se de tu amor, en el guiño,
por ese callado idioma.
Tu dialecto se me asoma,
sin que, al fin, me digas nada,
como lengua enamorada
del alma de una paloma.