Cuantos han querido sumergir las manos
o los sueños
en los pozos del cielo
y extraer una vaga estrella que deambula soñolienta
o al menos un cometa sagaz
y no importa si de los dedos se nos escapa
como el viento escurridizo
que no es el mismo cuando respiro
ni cuando me saluda.
También he querido beber de las aguas del cielo
de sus venas celestes
que se cruzan con los cabellos dorados del sol
y no hay sombra que te persiga
ni herida que se amarre al tobillo.
Besar las almohadas del cielo
y caminar con las aves
(arriba no es el mundo que da vueltas
es uno quien da vueltas al mundo)
un pan rendondo de agua y tierra
que flota en la espesura de un vacio sideral
o una sencilla lágrima sucia que busca donde caer.
No es lo mismo beber aire o respirar agua
que beber agua y respirar aire
no es lo mismo
extraer un pez de los pozos del mar
que una estrella de los pozos del cielo.