Cuán largo de mí, tu te encuentras,
nos separa el infinito firmamento.
Mas, tu infinita felicidad yo siento,
porque sé que, en la Casa de Dios, tú te sientas.
Nueve años largos han pasado,
desde que al cielo te fuiste,
aunque tú, en verdad, no quisiste,
separarte, tan pronto, de mi lado.
Me consuela el saber,
que tu misión, en el mundo, cumpliste,
y que siempre tú fuiste,
de este mundo, su mejor mujer.
Cuarenta y dos años cumplidos
con nuestro sagrado deber
de ver a nuestra familia crecer
y de estar, siempre, en el amor unidos.
Gracias, mi querida y amada esposa,
por haberme siempre amado,
por haberme soportado,
en las buenas y, a veces, malas cosas.
Por nosotros a Dios, siempre ruega,
tú que, tan cerca, estás de Su lado,
pídele que a tu familia que has amado,
seguirle siendo fiel siempre pueda.