Por qué, niña hermosa, te pones a llorar,
Cuando de tu ausente madre te hacen recordar.
Sé que siempre, una buena hija fuiste,
que mucho, mucho, a ella, tú me la quisiste.
Sé que siempre, de ella, con amor te acuerdas,
la extrañas mucho, y a veces concuerdas,
que de tu lado, ella, nunca hubiese partido,
pero así es la vida, así Dios lo ha querido.
Por eso hoy te digo, tranquiliza tu alma,
pide a Dios Bendito, te brinde su calma,
porque ella, santa entre todas las santas,
desde el cielo se alegra, cuando tú cantas.
Y, desde allí nos mira, y por nosotros pide,
que seamos felices, que Dios mismo nos cuide,
y, que para volver a verla, tengamos paciencia,
porque el Señor, algún día, nos resolverá su ausencia.
Eso es lo que siento, eso lo que deseo,
que tu dicha, siempre, esté en su apogeo,
y que solo pienses en tu madre ausente,
con todo el corazón, con la mente alegre.