Esta noche los ángeles caerán por los tejados;
se vestirán de hojas, de tinta, de lágrimas, de olas;
se harán cómplices de las mirlas y de las barcarolas;
de aquella lejana góndola de los amantes desangelados.
Esta noche tendré la batuta para llamar a los naufragios
que caminarán bajo la lluvia que son gotas de sangre
como las que caen de las estatuas, igual que el vinagre
en las heridas de los amantes que tuvieron unos presagios.
Esta noche tendré las velas que entibian los poemas
que relatan el corazón destrozado por una plegaria,
que nunca fue escuchada ni por las hojas de araucaria,
que tocan los amantes que pasaron, con caricias demás.
Esta noche leeré la leyenda del beso que fue innato
cuando por vez primera se conocieron con su sangre
hirviente; salvaje que lo que busca es lo que lo consagre
a un amor insurrecto, seguido, sin abatir el beso grato.
Esta noche mi enfermedad corre por mis visiones,
y no logro discernir: lo de la razón y corazón, íntimo,
como las palabras de dolor semejante a aquel himno:
amantes de Ávalo que se vieron con abstenciones.
Esta noche, de seguro se ve a lo lejos que es pálida,
como las palabras certeras de labios que se juntan
y se hacen luna porque además se quieren y se dan,
porque a ellos, los gobiernan los amantes de crisálida.
Esta noche, los amantes vuelven a ser uno
entre la angustia y la excitación que los envuelve
como a mí, el recuerdo de los amantes que vuelven
con tristeza, nostalgia y les veo... y me quedo mudo.
© Reservado todos los derechos de autor. D. Valencia Tobón