Caído en vez primera,
levántese, tres menos; ya
que el mancebo cielo
purgado se hace trisa y su
estruendo ensordece mis
oídos.
Taimados cicerones,
esculpen los reproches en
completo silencio y, en
nuevas hojalata, las hiedras
que florecen al pecho del
herrero que forjó clabadijos
para bueyes más viejos.
Descansa satisfecho, al
pie de la ladera que sólo
anda la noche, el gemido
estruendoso que asoló
al silencio sacudiendo su gruta.
Caído en vez primera,
levántese, tres menos; alce
su desconsuelo con la punta
del pie… mostrándole el
camino de regreso que hay
de vez en vez.
PABEDIZ.