Un ramo de exquisitas flores
le brindo a tu sonrisa,
nardos, jazmines y claveles
que se convierten en caricias.
Delicadas manos blanquesinas
tus labios color de rosa,
en tu boca, viviente herida
mi muñeca primorosa.
Déjame buscar la ardiente savia,
que alienta toda la vida,
déjame buscar en tu pecho
el amor que en él se anida.
Deja que entre en tí
mis manos forajidas,
deja apresarte en mí
sin saber de otra partida.
Déjame decirte al oído
lo muchos que te amo,
tu anhelado amor solo te pido
para ser esclavo y amo.
Por:Manuel Palacios