Mis amigos a cada instante
cuando visitan mi hogar
me envidian el restaurante
y hasta quieren almorzar.
Y es que mi acompañante
tienes unas manos de seda
que parece un restaurante
de esos de cinco estrellas.
Todo lo que ella cocina
es para chuparse los dedos
hace tantas maravillas
que orgulloso estoy de ello.
Prepara un pavo horneado
con una salsa especial,
dígame los estofados
le quedan sensacional.
Esas papas rebozadas
y pollo con champiñones
sin contar las ensaladas
con crujientes camarones.
Cuando prepara el salmón
le queda tan delicioso
que me aflojo el cinturón
para comer sin reposo.
Si prepara aperitivos
deliciosos siempre están,
con el sello distintivo
de un lujoso restaurant.
Comida bien preparada
hecha de miles maneras,
que nunca tenemos ganas
de ir a comer afuera.
Es cocinera perfecta
y no se interprete mal
nunca quema las recetas
aunque esté sin delantal
Ayer casi, conmigo termina
por unos versos de humor
hoy le elogio su cocina
para ganarme el perdón.
Y no sé si decirlo es necesario
pero lo digo con mucho honor,
que en parte de ese arte culinario
yo he sido su profesor.
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