Pienso en el mar
lleno y tranquilo;
se sosiega mi alma
que pende de un hilo,
regresa a su calma,
y empiezo a soñar.
Siento sus olas,
tranquilas y suaves,
que en la playa desierta
vienen a reventar.
Veo gaviotas, también otras aves,
que sobre la arena muerta
de las playas solas,
su diario alimento, tienen que atrapar.
Las palmeras duermen,
las nubes, perezosas flotan,
por la suave brisa que inicia a soplar.
En lo alto del cielo, el sol luce esbelto,
con su luz calienta, el paisaje en pleamar...