Anoche dejé mi cuerpo
arropadito en la cama y llevé
mis pensamientos por el
mundo de los ritmos bailando
hasta la amanezca, como si
fuera resorte que al piso va a
caer, con mucha elasticidad y
sin cansancio ninguno.
Lo primero que bailé fue un
bolerito de ayer que Los
Panchos interpretaron
dedicado a una mujer, luego
estuve recostado de un pecho
como ninguno que me
mostraba las vueltas del
sabroso son montuno.
En eso se oye una vos diciendo
con mucho apuro: nadie
cambie de pareja que ahora
viene un merengue; a bailarlo
suavecito y muy bien
apanvichao meneando la
cinturita pero en un solo
cuadrito.
Y suena Carlos Gardel con su
tango más escuchado diciendo
que vente años nada es para
enamorados, al rato, una
cumbia colombiana de esas que
se bailan bien y todos al mismo
grito: fiesta hasta el amanecer.
Se apareció el Rey David, junto
con sus mañanitas, apagando
de repente aquel rayito de
luna que alumbraba las
venturas de esa noche de
placer.
A recogerse, mi
hermano, que ya no
hay nada que hacer.
PABEDIZ