Gerardo Barbera

AQUÍ, SENTADO CON MI ABUELO

 

Cuando era un niño solitario,

mi madre siempre decía:

"ese niño parece loco,

y que ve al abuelo difunto

en la silla de siempre,

con esa mirada perdía,

sentado ahí, abajo del almendrón"

 

Pasado los años, en una tarde cualquiera

de un feliz cumpleaños,

fui con mi hermano

a comprar unas cervezas.

No recuerdo bien las cosas,

después del disparo en la bodega,

la mente borrosa,

el dolor en la espalda, gritos,

desesperación, llanto,

todo se fue apagando.

 

Me abrieron el pecho con la sierra negra,

sacaron el corazón, higado,un pulmón,

los riñones, mis ojos, mis huesos,

y todo iba a una cava con hielo,

me cosieron como a muñeco viejo,

me dejaron arrojado, vacío, sin existencia.

 

Colocado en el centro de la sala,

veía llorar a mi madre, ¡la pobre vieja!

Mi hija desconsolada gritaba,

mi esposa en silencio rezaba,

mis hermanos vestido de luto

no entendían lo que pasaba,

y mi hijo, el de siete años, preguntaba:

"¿dónde está mi padre?,

abuela, dile que vuelva"


Ya ha pasado el tiempo,

y aquí estoy, como lo esperaba,

viendo a mis hijos, a mis hermanos

compartir en el patio de la casa del barrio,

como diría mi hijo: "la casa de la abuela".

No estoy solo, tampoco en el cielo,

estoy aquí, sentado con mi abuelo.