Por mis sueños fui a pasear,
al sentirme algo sola,
te busqué a la orilla del mar
entre el rumor de las olas.
Como no te encontré,
seguí por otro camino
y llegué al anochecer
de un arroyo escondido.
Pero la luna no bañaba
con su luz a tu figura,
por eso volví a las mañanas
de los instantes de ternura.
Como no estabas, una vez más,
creí por siempre haberte perdido,
y de pronto recordé visitar
el lugar donde nos conocimos.
Mis lágrimas enseguida delataron
esta angustia tan inmensa,
si mis ojos no se reencontraron
con tu mirada y su belleza.
Desperté entristecida,
porque no pude encontrarte,
cuando una suave caricia
se propuso consolarme.
Y te vi... Por fin...
como un sueño sin más...
estabas allí...
pero aún sin ser real.
Te sentí junto a mí,
vida mía, ¡te pude amar!
pero otra vez te perdí...
si sólo te volví a soñar.
Ceci Ailín