En medio de la villa,
funciona ya cansado aquel
viejo molino que la negra
Roxana resguardaba, cuan
si fuera su dueña.
Un día de regocijo, se
encontraba la negra
aferrada al molino y el
viento enfurecido sopló con
tanta fuerza que desvestido
el cuerpo de Roxana quedó
mostrando sus pudores.
Mientras todos miraban,
riendo a carcajadas, rajada
en llanto estaba la negra del
molino; porque entre ojos y
risas su vergüenza rodó
como agua que el molino al
suelo había robado.
Parece que el orgullo de la
negra con el viento voló, eso
parece, que entre ojos y
brisas su vergüenza quedó
ella, muy impotente, sólo
lloró y lloró como quien
tiene roto el corazón.
PABEDIZ…