De tanto descender y volver a ascender
por desiguales sendas
entendí que somos lo que nos decretan los días,
sé suspira de amor más de una vez
pero sólo se aflige el espíritu por un exclusivo querer,
en este ciclo vertiginoso que algunos llaman existencia
me he ido desmoronando desde la cima de las alegrías
hasta encontrarme sumergido en el volcán ardiente del olvido,
con la perturbación de este destierro que jamás imaginé
hoy comprendo con la espalda carente de abrazos
que es parte del camino que me tocó recorrer,
la travesía ha sido oscilante
y estoy llegando al final del viaje,
espero que me reciban con una flor en la mano
y una bella sonrisa en los labios.