(Homenaje a Miguel Hernández)
“Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.”
Los bigotes del guarapo
son huellas en las facciones;
sacarosa de ilusiones
sobre un vestido de trapo.
Cuelga del cuerpo el harapo,
ocultando la flaqueza.
Vuela sobre la maleza
con las botas de su piel
y en ese mundo con hiel,
empieza a vivir, y empieza.
Cruza en su loca carrera,
retando verdes navajas;
mientras, se visten de pajas
los aires de cada hilera.
Al quedar luego a la espera,
de la carreta y la yunta,
divisa la fuerza junta
que la zafra ha convocado
y el campo que ha comenzado
a morir de punta a punta.
Saluda a los macheteros
exhibiendo su sonrisa
y le crecen con la prisa
los lúdicos desesperos.
Después, cuando los obreros,
reanudan su proeza,
mientras sube con presteza
la pila que se amontona,
dulce cánula succiona
levantando la corteza
Le ciega la miel del pelo
disuelta sobre la frente
e intentando ser vidente
vuelca la cabeza al cielo.
Suelta sus ojos al vuelo
y en silenciosa pregunta,
observa, mientras apunta,
sobre la dulce tarima,
la imagen que se aproxima
de su madre con la yunta.