Es fácil ser poeta.
Solo abre los ojos y mira,
observa. Pon atentos
los oídos y escucha
los sonidos, nada inventas.
Los colores, el brillo,
la belleza. Todo está ahí
solo requieres extender
el alma para tocar
las palabas y darles forma.
Para moldear lo que aun
permanece escondido
detrás de las sombras,
del olvido, lo que se esfuma
en el aire del mañana.
O lo que brota de los rincones
del pasado, de cuando fuiste niño.
Los dulces veintiuno, los lejanos
cuatro, los juegos, los cajones,
los espacios, los aromas,
las ilusiones, los desencantos.
Solo hay que conjugarlos.
Tocarlos con los dedos del alma.
Degustarlos en el viento, mirarlos
bajar con los rayos mortecinos
de la tarde. O buscarlos mirando
algún retrato, en el calor de agosto,
o en el furor de marzo.
Extraer la esencia de las notas
de una bella melodía para dar
tu versión particular de: \"Para Elisa\".
O voltear a ver a los menesterosos
para tomar su voz y denunciar
su angustia y su miseria.
Para que los indolentes vanidosos,
los que se miran a sí mismos
como cisnes, comprendan
que hay mucho más detrás
de la apariencia.
Que hay hambre y dolor,
que hay desconsuelo.
Y que hay dos clases de parias:
aquellos se arrastran por el suelo,
y los que vuelan por los aires
fingiendo que son cisnes.
Es fácil ser poeta,
basta con tomar un ritmo
diferente de escritura, pensar
con un metrónomo interior
que marca el tiempo
con una cadencia
que te asalta de repente.
Mirando tu interior comprendes
mejor el corazón de muchos otros
y simplemente tiras del hilo
y van saliendo poco a poco palabras
que no dijiste de otro, y dices de ti,
y viceversa para que nadie sepa
de quien es el retrato,
si tuyo o de aquel.
Guardas los secretos más solemnes
para orearlos más tarde,
aderezados con rimas o con prosa,
escuetos o con retórica,
con métrica o sin ella,
cuestión del estilo y
el sentimiento imperante,
en un momento.
Es fácil ser poeta,
como es fácil ser pianista.
Te toma solo tiempo,
aprender a digitar con soltura
las teclas, y aceptar que desentonas,
y volverlo a intentar.
Exige solamente estar dispuesto
a permanecer sentado por horas y horas
el tiempo necesario.
La inspiración te llega por oleadas,
luego por meses, o por años: ¡Nada!
Y un día, ya liberto de Neruda,
de Nervo, o de Espronceda,
las rimas que te brotan no solamente
aluden al amor despreciado,
al desamor ingrato, a la mujer esquiva.
Comienzas a ver las cosas de la vida,
con otra lente y dejas de buscar
a donde nada queda, para cantar
a la vida solamente.
A la obra de DIOS, a Su grandeza.
Cantas en libertad más que un canario.
Después de todo es una bendición
que Aquel que inspira, no te acuse
de plagio, pues Él dicta y permanece
apócrifo; el poeta, solo es el secretario
que con descaro como autor,
firma el escrito. Es fácil ser poeta.