Hoy he querido hablarte, así, sencillamente,
porque hay en mi pecho un dolor nuevo
y se abraza a tu guitarra mi poesía.
Hoy vengo a decirte, así, sencillamente:
Gracias, Facundo, muchas gracias,
por todo lo que dejas,
por todo lo que llevas,
por todo el amor de tus palabras
y todo el sabor de tu sonrisa.
Y el dolor pasará, seguramente…
quedará tu voz entre el ramaje
cantándole al sol del sur (que siempre existe)
y a la María aquella del trigal.
Hoy se llenó de luto tu pradera
y el invierno se vistió de llanto,
sin embargo, al oír tu canto,
renacerán en las pampas primaveras.
No hay balas asesinas que te acallen
ni hombres sin rostros que te maten,
tu prédica seguirá como bandera
en las letras que dejas "in eternum".
Hoy he querido decirte, solamente:
Gracias, admirado, amado, gran Facundo.
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GRACIAS, FACUNDO, POR TU INCANSABLE PREGÓN DE PAZ Y DE HUMILDAD.