Carlos Fernando

Al amigo que tan solo escuché pero nunca conocí, y sin embargo ¡Fue mi amigo!

 

Hoy no han matado a Facundo,

 

es al mundo al que han matado,

 

y no han sido los disparos

 

de las armas criminales,

 

han sido los animales que las disparan

 

con saña que para matar, una bala

 

es de sobra suficiente,

 

por qué regodearse con la muerte

 

lanzando una bestial andanada.

 

 

 

Hoy no me indigna la muerte

 

de quien nunca fue mi suerte

 

haberlo conocido o haberle

 

hablado frente a frente,

 

y sin embargo me duele porque

 

siempre fue mi amigo.

 

 

 

No lloré a mi padre cuando

 

siendo solo un muchacho,

 

tuve que hacerme el fuerte

 

para no exhibir mi llanto,

 

porque alguien me dijo "sé fuerte",

 

después lo lloré en silencio

 

por años y años en su ausencia.

 

 

 

No lloré a mi madre sino

 

unos cuantos instantes,

 

porque al fin su existencia

 

en soledad voluntaria,

 

con la muerte concluía,

 

y porque partía rumbo a la esperanza

 

de reposar al fin en Dios,

 

y ya no era un muchacho yo,

 

que se quedaba en desamparo.

 

 

 

No he llorado la partida

 

de aquellos que estando enfermos,

 

al estar a mi cuidado, un superior

 

designio dicta que es la hora de partir,

 

y yo los he visto morir

 

cuando son apenas niños.

 

 

 

Pero me he resistido a llorar

 

la muerte de un hombre fecundo,

 

que seguro no era un ángel

 

y como todo hombre tuvo

 

seguramente defectos.

 

Pero en toda su poesía derramó amor,

 

filosofía, y un profundo entendimiento

 

que lo violento no es argumento,

 

ni justificación ni imprudencia,

 

y que no importando causa dijo:

 

"No me importa tu fusil

 

ni el cañón del enemigo"

 

"Dos males no significan un bien,

 

en ningún sentido".

 

 

 

Tengo el llanto a flor de piel,

 

y una opresión en el pecho,

 

y si bien no hay derecho

 

en ponderar una muerte,

 

En tanto se es, indiferente

 

a la muerte de otros tantos

 

que se pierden en el llanto

 

de desconocidos deudos.

 

 

 

Y no mueven a protestas

 

ni a manifestaciones de duelo,

 

ni a mediáticas apariciones

 

de actores oportunistas,

 

se trate lo mismo de un viandante

 

que un político de Estado,

 

que medran con el momento,

 

o lucran con la noticia.

 

 

 

No por eso no hay pesar

 

en el corazón de muchos

 

que igual que yo recordamos

 

fragmentos de nuestras vidas

 

en las notas y en las letras

 

escritas por este hombre cabal,

 

que fue su apellido Cabral,

 

y fue su nombre Facundo.

 

 

 

Pero dije al comenzar que hoy

 

han matado al mundo,

 

porque en la muerte de un hombre

 

muy bien se puede mirar,

 

cómo va la humanidad muriendo,

 

a causa de su maldad, su codicia

 

e intolerancia, su barbarie,

 

su insensatez, por olvidarse de Dios,

 

por buscar solo placeres,

 

por la infidencia que provoca

 

en el lego, la doble moral del pío,

 

y del sumo sacerdote,

 

y del pastor del rebaño,

 

que solo por el salario cuida

 

y esquilma la oveja.

 

 

 

Y no me duele que haya muerto Facundo,

 

que él acudió a su cita, que nadie

 

se muere antes, sea que se ponga

 

o se quite, y él, mi amigo… reposa.

 

Si no me duele, que pese

 

a todas apariencias, me queda

 

una sola certeza: Que habrá homenajes,

 

discursos, condenas, manifestaciones

 

de dolor y desconsuelo.

 

Pero su absurda forma de muerte,

 

como vano sacrificio, en nada habrá de servir,

 

pensando en despertar consciencias,

 

como la muerte de Cristo, al menos al parecer,

 

al Mundo no cambia en nada. Porque requiere

 

un esfuerzo del corazón, ser fiel.

 

 

 

Tengo un nudo en la garganta,

 

y congoja en mi corazón, en la mente

 

indignación, y en el canto una esperanza,

 

que no depende de mí. Porque depende del Mundo.

 

En fin amigo Facundo,

 

que yo me despido así,

 

recordando que decías: "No soy de aquí…"