Aquellas palabras amargas me trajeron
silencio y destierro en las altas horas de plata,
las infames tinieblas aún no me habían herido,
los latidos estremecidos se apresuraban como
aterrados caballos presintiendo el aislamiento de mi alma,
las circunstancias infiltraron mis sentidos
pero sólo su gran recuerdo
podrá entender como vuelan atadas a su memoria
estas lágrimas saladas que me dejaron colgado a la nada,
una triste canción de ausencia quiebra el silencio angustiado,
hace tan poco que se fragmentó la luz de lo planeado
que siento aún como resuenan por las blancos rincones
de la casa, su maravillosa alegría.