Corazoncito mío, la templanza
se me atenúa al sopesar tu ausencia
pues lloro compungido en obediencia
al azotón de la desesperanza.
Sin tí no sé que hacer pues la bonanza
desfavorece con su indiferencia
al alma mía devota en esencia
a tus amores bajo trato y fianza.
Así que póngome a pedir clemencia
al cielo, a todos; bienaventuranza,
la cual ansío en calidad de urgencia.
Mas, aunque gano en impedir tardanza,
pierdo también entro de mi emergencia
la fe, las fuerzas, la paz, la confianza.