Soledades cíclopes por docena en mi rincón
Vanidades con halitosis y hediondas,
rompe las manos del avaro quizá de ahí salgan monedas
y compra con ellas
lágrimas de hule para el rencor, tal vez así aprende amar.
Sube las escaleras
del cielo a la tierra
brinca de nube en árbol
sin resbalar con el aire,
abre las tumbas de los recuerdos
y que no se escapen de la emoción
los relámpagos de mariposas
que estallan en la memoria.
Baila con el perro en sus sueños
y araña al destino como los gatos
seré de nuevo un niño a mis veintiún años
subjetivo y exento;
pintaré de verde mis miedos en el trinar de los cuervos
le quitaré los dientes a las fobias
y pareceran abejas libando las flores de mi llanto.
No necesito camisa de fuerza
ni yo
ni mis infantes ideas,
estoy cuerdo
como aquel hombre que levanta castillos en el viento
y su nombre no recuerda.