Amo tus pies
inquietos, alados, bailarines
que corren ante mi armados de tacón
retumbando valientes en el piso
el tam-tam de tu presencia.
Amo tus pies
desnudos, desvalidos, desarmados
jugando al escondite en los pliegues de las sábanas
escalando con calma mi espalda
aliados de tus manos para explorar mi piel.
Amo tus pies
amo tus diez dedos pequeños, heridos, sufridores
que consuelo con la pasión de un sultán en su harén
besándolos uno a uno.
Cinco veces por dos.