Me gusta el aroma que tiene la noche
Huele a silencios que el día no abarca
Y grita la luna con ases de plata
Blancuras celestes que avanzan y avanzan.
El bosque lejano de un pensamiento
Solo se asoma en la noche callada
y agita las hojas de arboles viejos
que a veces olvidan palabras cansadas.
Algunas estrellas palpitan distantes
Pues no quieren ya ser olvidadas
Murmuran canciones que calman los sueños
De ríos que corren con agua escarchada.
Me gusta el aroma que tiene la noche
Huele a silencios de la lluvia calmada
Que sabe a montaña escondida en lo oscuro
Del cielo perfecto que ella no alcanza.
El mar va tallando con olas perpetuas
La arena que se niega a ser tallada
Pero deja gravado algún sentimiento
En un lugar tan secreto
Que no habrá de llegar
Allí ningún alma.
Y se acaba la noche….
Las montañas se vuelven doradas
El rio se vuelve un cruel reflejo
De ruidos palpantes que la noche no abarca.