Lluvia, truenos, nostalgia y otras cosas, trajo para mi cuerpo, otra vez, la máquina de las tardes. Y la vida me explica que no vas a volver, no al menos este día. Porque en tu corazón llevabas la semilla de otras tantas noticias. Yo no sé si es que iremos a recontarlo todo. Tus ojos siempre fueron del color de los ferrocarriles aparcados por siglos bajo el musgo. Se han quedado esperando, esperando, esperando... el retorno del tiempo.
Desconozco si vamos a escribirlo todo. Puede que con los meses se olviden las palabras; la forma de sostener una esperanza, es decir, una pluma, un lápiz, un bolígrafo; una fotografía que no ha sido revelada; la impresión de la tinta en el papel del tiempo. Y el color de la noche cayendo dulcemente sobre tus ojos fijos.
Libélula, 23 de Junio