Geovani

Niña hermosa, sutil y discreta.

 

Las noches lentamente pasan,

atraviesan las calles de la soledad edificada,

sobre el agua navegan nuestras vidas,

escriben es su superficie una hermosa poesía.

 

Nadan a nuestro alrededor los peces,

entre besos y miradas puede entenderte,

días que vivimos desde el pasado invierno,

entre bosques de cristal y de silencio.

 

Rosas blancas, fragmentos de un jardín,

paseamos entre flores, entre poemas de luz confusa,

aroma de las rosas, luz en cristales de la luna,

música romántica de un solitario violín.

 

Corre con un cauce tranquilo el río,

otoño eterno sobre la caída del estío,

nos rodean las verdes enredaderas,

quieren sentir tu piel suave, conocer tu alma certera.

 

Llegan las nubes y la oscuridad cubrió todo lo que pudo,

mientras nos besamos y con amor te demuestro que soy tuyo,

cubren, también, como pequeñas luciérnagas las estrellas,

noche hermosas que pasamos en Madrid, ¿Las recuerdas?

 

Soy el poeta humilde que tu alma contempla,

mi niña hermosa, la más bella, sutil y discreta,

escucho el sonido tierno de tu acento,

de tus palabras hermosas, mi delirio, inspiración y aliento.

 

Miro tu rostro tan bello y divino,

sublime y celestialmente exquisito,

amando cada parte de tu piel, amando tus ojitos tranquilos,

gloria y eternidad en su reflejo pido.

 

En tus brazos siento un inesperado deliquio,

al tocar tus labios, sensación inverosímil sentirlos,

besos deliciosos que dan al tiempo tenues suspiros,

me dejan a tus pies, mi amada doncella, rendido.

 

Amor infinito, libre fuego de lo eterno,

llama ardiente, virtudes, poesía del amor interno,

abismo de dulzura en el mar, cielo infinito,

en tu corazón amoroso inmortal habito.

 

Eres el amor que llena el universo entero,

paz incontenible, amada ninfa,

hada cautivadora del amor, reina de mi vida,

lluvia de cristal que nos rodea, seductora de corazón hechicero.

 

“Lluvia de amor donde revolotean las mariposas, donde nos cubre el torrente del olor de las rosas, escucho tu voz que dulcemente me llama, donde nos besamos entre blancas y finas azucenas, ilusión y realidad, sueño y felicidad que nos alegran, mientras las estrellas bajan por tu rizada cabellera.”