Vuelve de nuevo la paz
y el sol alumbra la tarde:
ese mar que viene y va
hace a mi río más grande.
Y sus aguas se detienen
a su paso, frente a mí,
y es que tan sólo pretenden
hacerme a mí sonreir.
Trigal florido en el río,
con sus espumas doradas,
son como espigas de trigo,
que se mecen y se granan
y en su vaivén los recuerdos
despiertan mis ilusiones
y se encienden los deseos
y se rompen en canciones.
Y por la orilla cercana
se pasea una gaviota:
es mensajera lejana
de los besos de tu boca.
Y mis labios se estremecen
con el sonido del viento
y mi boca se humedece,
lubricando mis deseos.
Vuelve de nuevo la paz
y el sol alumbra la tarde…
La gaviota al fin se va
con mil besos para darte.
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