(Dedicado a unas compañeritas -cuyos nombres me reservo- que me han hecho reir con ganas. Y a la otra niña que no intervino, pero que encendió la mecha. Gracias, lindas)
Aquí venía un soneto. Dulcísimo y atrevido.
Pero ocurrieron cosas que me sacaron de quicio.
Por hacerme el caballero, me hicieron un estropicio,
unas loquitas del foro que por suerte ya se han ido.
Todo empezó temprano, a eso de las siete y media.
Les dejé unos piropos y unas flores muy bonitas
(no se puede ser galante con algunas mujercitas).
Verán lo que hicieron ellas, "figuritas de comedia".
Comenzaron por pelearse por el ramito de flores.
Para suavizar la cosa les hablé del chocolate
que del sur me habían enviado… y a estas locas de remate
se les despertó la gula, olvidando los amores.
Para colmo (soy tan zonzo), mencioné las empanadas
que ya estaba elaborando a mitad de la mañana.
Y me fui a hacer la siesta. Me despertó una jarana:
encontré mis pertenencias todas desordenadas
y tres del sexo femenino huyendo por los pasillos.
No importó si era dulce, salado o picante, todo se lo devoraron.
No dejaron ni miguitas y hasta el vino se llevaron.
Me quedé estupefacto y patitieso (en calzoncillos).
No las voy a denunciar al Tribunal de La Haya
ni a la Corte de Justicia, ni al clú de los Defensores…
pero dejo aquí clarito pa’ que sepan los señores:
cuídense de estas señoras que se pasan de la raya.
Por ahí andan borrachas y me quieren sobornar.
Una es de la Argentina, otra es del Ecuador,
la tercera es española, bonitas... son un primor,
tal vez les haga un poema… ¡Qué bien que voy a quedar!
Derechos reservados por Ruben Maldonado.
ILUSTRACIÓN: éstas ERAN mis empanadas.