Sentado frente al piano
fluyes lentamente en mi nostalgia.
Unas gotas agridulces
surcan el desierto de mis mejillas
y suavemente acarician las teclas.
Las Variaciones del canon de Pachelbel
llenan el espacio de un fiel recuerdo
y de cierta añoranza con sabor a cielo.
Solos, tú, yo y el piano;
sus notas de fibra perenne
recrean un clima que envuelve el espacio
y riegan el oasis de mi presente.
Sentado frente al piano,
evoco recuerdos al calor de la tarde
y siento la música que, como savia alegre,
recorre mis venas e irriga mi alma.
17 de junio de 2011
Pau Fleta