Con la mínima brisa me estremece
la esencia de tu cuerpo en la distancia,
más que melancolía cruel y rancia,
tu nombre es alegría que aparece.
Estás en la mañana que se mece
entre rayos del sol con arrogancia
y en el silbo del viento y su constancia.
En cada hora del día que decrece,
convives con mis versos y mis cosas.
Un aletear de suaves mariposas
me trae tu mirada con dulzura,
y en mi sueño de lunas en desvelo,
(con ofrenda de estrellas a tu pelo)
me cobijo en tu imagen de ternura.
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