De las tantas estampas
que evoco de mi infancia
revivo aquel fantasma
de figura estrafalaria
de piel color sombra
que vagaba por las calles
Atesorando barreduras
Perdida en su desierto
musitaba de sus cosas
entre risas, humores
y extraños gestos
tan solo el viento comprendía
aquel desconcertado verbo
Con su bolso grande arrastras
hinchado de tristezas y desafecto
caminaba sin compás
sin rumbo por el pueblo
¡Aquí viene Machipuleo!
se oían las horribles voces
de corazones blasfemos
vociferándoles impudicias
como a todos los excéntricos
Mas ella distraída y cabizbaja
de soslayo les miraba
y continuaba recogiendo
del suelo la basura
que era su obsesión
su demencia, su locura