I
Te ofrezco amor mañanero
casi un proscrito poema,
anhelante, otro morfema
inconcluso, sonajero.
Te ofrezco este nuevo fuero
para nuestra absolución,
una explícita intención,
la inocencia del clavel,
ese arrebato en la piel,
resol de besos, pasión.
II
Ante la aurora que brota
te ofrezco amor mañanero
un conjuro valedero,
una sensación ignota.
Yo te ofrezco una devota
y soñolienta sonrisa;
desabotonar de prisa,
en mística adoración
de la carne, la ocasión
para respirar tu brisa.
III
Mi bogar hasta la orilla
el bote, su embarcadero;
te ofrezco, amor mañanero,
esta quimera sencilla.
Te ofrezco vieja, amarilla
cartulina de mis años,
mi vida en muchos peldaños,
el santoral de mi abuela;
un ave triste que vuela
entre barrotes extraños.
IV
La turquesa del velero
que mueve la fantasía,
redoble de poesía
te ofrezco amor mañanero.
El estante, aquel sendero,
el rosicler del paisaje.
Te ofrezco sutil encaje
de romerillos preñados,
vástagos ilusionados
por su amarillo linaje.
V
Te ofrezco vital esmero
de tradiciones y espacio,
tu nombre, dicho despacio,
al confesar que te quiero.
Te ofrezco amor mañanero
mi terquedad, mis sentidas
canciones; esas perdidas
ansias de seguir amando.
Las vidas que voy dejando
y todas las nuevas vidas.
VI
Te ofrezco la intimidad,
espuria sed del pudor,
voluptuosa acción de amor
que extingue la poquedad.
En la sábana, deidad,
te ofrezco amor mañanero.
Prometo, te soy sincero,
otras mañanas sin prisa,
un sacudir de la brisa,
la suerte del desespero.
VII
Prometo inmortalizar,
expurgar tu lejanía,
sentir que vivir un día
provoca también retar.
Nunca dejarte de amar,
ser simiente, tu granero.
Te ofrezco amor mañanero,
mis ojos, para tus ojos,
la boca por los sonrojos,
mi enero, para tu enero.
VIII
Te ofrezco fugaz congoja
en una rosa tronchada,
espira roja colmada
por un vigor que deshoja.
Una ansiedad que despoja
a los brazos del rosal.
Y en el sueño matinal,
te ofrezco amor mañanero,
mis recuerdos de soltero
en mi estado marital.
IX
Te ofrezco con mi guitarra
la balada que no existe,
la noche que se resiste
en una triste cigarra.
Correr sin aquella amarra,
volver de nuevo, volver.
El viento suave al mecer
su despertar de febrero;
te ofrezco amor mañanero
el placer de poseer.
X
¿Y qué más he de ofrecerte?
¿Qué más ofrecer querida?
Hacerte extensa la vida
sin que te lleve la muerte;
desearnos mejor suerte
sin que importe el vil dinero.
Y por ese tesorero
corazón que sufre y ama,
al abrazarte en mi cama,
te ofrezco amor mañanero.