Alguien podría pensar que Colombia tiene muchos problemas, y si, los tiene: el difícil o casi imposible acceso a la salud, la poca cobertura en educación, la enorme diferencia entre las personas que lo tienen todo y las que viven en un nivel mas profundo de la inopia, que por lo general solo se asocia a países como Somalia o Etiopia, pero que aquí es tan latente y real como en otros lugares.
No es un secreto para nadie que somos los aliados numero uno de los Estados Unidos en este sector del continente, y eso no es por que seamos los únicos que están dispuestos a ello. Resulta pues, que toda la riqueza que tiene este territorio es verdaderamente increíble, y en el proceso de crecimiento de ese imperio clandestino que manejan desde el norte, nosotros somos una pieza clave.
En esa relación con los Estados Unidos se han fortalecido aspectos determinantes que han influido y definido fuertemente los ámbitos culturales y sociales de nuestro país. Eso se ve traducido en algo que hace de nuestra gente personas bien particulares: la falta de identidad y el egoísmo social.
En Colombia pasan cosas tan denigrantes como el fenómeno de las AUC y las BACRIM, los escándalos de las chuzadas del DAS, el secuestro, las desapariciones, los falsos positivos, el agro ingreso seguro, el descuartizamiento de una perrita por parte de unos auxiliares de la policía, corrupción en absolutamente todos los escenarios económicos y políticos del país y un sin fin de casos concretos que llenarían un numero considerable de paginas.
Los colombianos somos individualistas máximos. Si los problemas no nos afectan directamente, no nos importan en absoluto, por eso nadie dijo nada por el escándalo de Fonculpuertos: esa gran estafa casi maestra que se germino en las grandes sillas y enormes oficinas lujosas de altas esferas empresariales.
La cuestión es bastante sencilla, es mas, podría ser una suerte de llamado a la gente, algún intento demasiado optimista e iluso de que mis compatriotas colombianos dejaran de pensar en “lo mío, lo mío, y solo lo mío.” y abarcaran un poco mas la cuestión de “lo nuestro, lo nuestro y lo que por derecho y deber es nuestro.”
Queridos compatriotas, el hecho de que un compendio considerable de personas salga a la calle a protestar por alguna de las numerosas razones que este país les impone no los hace guerrilleros inmediatamente, ni locos, ni desocupados que no tienen nada que hacer. No es muy difícil hacer el ejercicio de ponerse en los zapatos de las otras personas para comprender un poco lo que los lleva a hacer lo que hacen.
Colombia es muy difícil, y nada de lo que viene del alto gobierno parece ayudar a que todo mejore. No agradezco para nada ese acto del señor Juan Manuel Santos cuando decidió subir el salario mínimo en un 3%, y no lo agradezco porque sencillamente debería haber subido más.
Los sucesos ocurridos en Egipto hace unos meses son un claro ejemplo de lo que la gente esta dispuesta a hacer para exigir una mejor calidad de vida, y es esto algo descabellado? No! No lo es. Lo que pasa es que aquí hay tanto miedo en nuestros corazones, que cualquier idea que implique hacer algo para exigir las mejoras correspondientes, es inmediatamente oprimida, no por las fuerzas militares ni por la policía, es oprimida por nosotros mismos, por el miedo a vernos ridículos frente a los demás, por el miedo de parecer guerrilleros o terroristas, por el miedo que la gente pueda hablar mal de uno.
Si en Colombia pasara algo como en Egipto, de seguro todo iría más por el camino de lo que ahora sucede en Libia. Aquí no hay un dictador, pero si hay una maquinaria clandestina de hombres de cuello blanco y pantalones camuflados que lleva toda la historia en el poder, y que no estaría dispuesto a perder ni una pulgada del terreno ganado.
Colombia esta condicionada totalmente! Es un país que vive en sueños. Una vez un hombre vio a Colombia como si fuese un hombre y le sacó una radiografía que edifico con palabras, el nombre de esa radiografía es Cien Años de Soledad. La historia de nuestro espíritu social nacional en círculo.
Creo que a la larga no hay que tener miedo, no hay que pensar como si fuéramos extranjeros viviendo en estas tierras. El hecho de que la cultura americana nos invada y entre en nuestras vidas como lo hace no nos hace americanos.
Hay algo que va terriblemente mal en este país, algo que viene de antaño. Me gustaría que mis hijos, y los hijos de mis contemporáneos vivieran en un país mejor, un país libre.
Y no se preocupen, el día que piensen en que algo debe cambiar y quieran hacer algo al respecto para lograrlo, no estarán locos, ni serán terroristas, solo serán hombres y mujeres sensatos.