Cuàntas veces se puede conjugar,
Nadie se detiene a pensarte,
Las orillas de tu infinitivo se usan
para armar y desarmar discursos.
Muchos creen que no hace falta usarte,
que con la mirada detenida te haces eco,
Adivinarte en una mirada, perderte en la ilusiòn,
derramarte en ese acto los sentidos?
Quìèn puede alegar que no se dijo?
tu inexpresiòn, mi prisa, mi no querer
conjugar sola, esa carga de amor que me desgasta?
Si me dieras un espejo querido verbo amar, te dedicarìa,
una làgrima, un raconto hacia el pasado, la mùsica de los
boliches en los que no me preguntaba què eras.