Erase una vez una mujer ligera, veloz,
apocopada en muchas aristas,
entregada al presente, mundana,
con veintiseis abriles, sin ningùn haber,
consumida en las luces de los sàbados,
sorprendida por las pequeñas cosas,
con un grupo de amigos dispares,
Erase otra vez un hombre reflexivo, dùctil,
inexplorable, obsesivo, turbulento en el sexo,
imparable, con millones de brios y con la experiencia
expectante.
Èrase una noche de augurios, de bemoles lujuriosos,
de sonidos irrecuperabes, de belleza sin sinsabores,
y del encanto que deja las huellas en el aire.
Èrase un despuès hecho rutina, un pequeño instante,
un pedido de amor de esa mujer, un cansancio tan comùn ,
en un hombre que no sabe retener y recuperar.
Què cuentas poeta! Si lo que dices no pasa!
No sea que te tomen por loco, por dehacedor del èrase!
CIERRA TU PÀGINA! Que no se lea!