Respirar el aire promiscuo que le ha dado su suspiro a miles al mismo tiempo que a mí. Pero que trae calma a lo acelerado de mi cuerpo cuando se ve desnudo frente al alma, reconociéndose ambos en forma de un espejo, recorriendo las suaves texturas de incertidumbres, saboreando cada pensamiento que se va despertando entre ambos: alma y cuerpo.
Que habían estado enojados mucho tiempo y toca el abrazo de la reconciliación, ambos se habían dañado. Cuerpo que se había entregado a ciertas costumbres que el alma no quería, y lo que el alma quería en ciertas épocas, el cuerpo se rehusaba a complacer diciendo: tiempo al tiempo y no es el mío aun!
Dejando al alma excitada, consumiendo su pasión entre migajas de recuerdos que fueron madurando al cuerpo temeroso de complacerse a sí mismo.
Pero ha brotado el amor por el ser, se ha complementado el cuerpo y el alma para ser uno solo, único, indestructible, sublime y enigmático, diferente a todo lo que ha existido antes porque ha surgido de lo más profundo del universo, de millares de historias, épocas y transiciones, solo para que al engendrarse en el presente fuera el ser que hoy me invade radiante y feliz.
Buscándole explicaciones a la vida, caminando hacia lo positivo del destino, esperando los frutos de él, jugosos y llenos de energía vital que invade el planeta, los campos verdes, el cielo azul usurpado de estrellas, el ropaje de los lirios y las sonrisas que roba un arcoíris al pasar por los paisajes que se han teñido con sus colores… un nuevo ser ha nacido de las entrañas de la tierra.