Quisiera ser el ladrón que
le robe tiempo al tiempo
para dártelo sin prisa, sin
que el péndulo nos marque
despedida.
¡OH implacable tirano!
déjame ser, de mí vida, mi
verdadero dueño, que mis
días y mis noches las use
como yo quiera, que
camine por el mundo
como el viento.
Dame un respiro, olvida
que en tus fracciones me
tienes inscrito y que a tu
transcurrir estoy atado,
no me persigas tanto.
Te ufanas…recordándome
que posees el más grande
de todos los poderes que
Dios concede, sin que yo
pueda negarlo.
Pero, un día, habrás de
echarme de menos; me
alejaré de tu lado, tan
distante como pueda,
donde no vallas a
tocarme, donde
permanecerán a salvos
mis pensamientos.
PABEDIZ