A las mujeres en un beso entrego
un amor que se vuelve cruel castigo;
la verdad de un adiós está conmigo,
pero les miento y ese adiós lo niego.
A veces pierdo con mi propio juego
cuando muere el amante y el amigo;
el perdón ni con súplicas consigo
y mi mentira nos apaga el fuego.
Llegará una mujer con luz de abrigo,
a mis entrañas le dará sosiego
y de amor dejaré de ser mendigo.
Le entregaré mi amor con mucho apego;
todo el mundo será veraz testigo
que dejaré de ser un mujeriego.
Copyright © 2011 José Luis Calderón
Poesía Agridulce Salpicada de Esperanza.
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