Desvanece el clamor de brisas y de sueños,
se quiebra el fulgor de la tarde en tu mirada,
crean tus ojos la paz en las colinas
y el día se hace pureza en tu rostro y en tu risa.
Cobran vida los listones azulgranas de la tarde
cuando forman un nido en tu sonrisa,
se estanca la vida, el tiempo,
el mundo y sus arroyos se detiene, si tu llegas.
Cesa el susurro de las rosas y claveles,
se alistan y florecen las matas amarillas,
te rinden honores a tu paso
y decaen al son de tu belleza.
Suspiro de luna llena, remolino de estrellas
lucero estremecido y brillo de mañana,
canto de mar, canto de niebla, de bosques
y calles viejas que saben a leyenda.
De lejana comarca, en que la lluvia llora
día a día, huye tu voz de suave terciopelo,
buscando el palpitar de mis espacios,
mis espacios que reservo, todos tuyos.
Aquí están mis brazos y mi sino, mi vida
y sus pequeñas cosas, aquí están -mi soberana-
a tus pies, abatidos de amor y presurosos,
está la alfombra para que tú pises
y no te dañe la dureza de la tierra.
Aquí están mi fogata y mis leños (no hay cenizas todavía),
está mi poesía (que es poesía todavía),
están las madreselvas, el azul de un horizonte
estoy yo esperando tu edicto real, para amarte.
Porque, al fin, eres de primavera Reina y del verano Reina,
Reina de las estaciones todas,
Reina de los días y sus horas,
Reina mía.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.
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12-11-2009