Entré una tarde en un jardín sombrío
y junto a mi entró mi amor prohibido,
recorrió mi cuerpo un frugal sonrojo
Y ha dejado de lado ese vacío.
Contemplo enternecida aquél intruso
desfilan por mi mente los recuerdos,
sonriendo miro al cielo agradecida
sintiendo que este sueño está inconcluso.
Él tímido sus brazos a extendido
y los acerca peligrosos a los míos,
mi cuerpo se estremece por instinto
sus labios aprisionan mis sentidos.
Temblorosos los cuerpos se entrelazan
bajo el ardiente calor de aquel verano,
traspasan ya el confín de la emoción
en esa entrega que los dos deseamos.
Maria B. Núñez