Ahora llueven perros y
esta ciudad no chumba.
Parecen acallarse los rezongos
de un acordeón planchado de tristezas
y en las manos de pocos están los muertos
que supimos legarnos.
Cada día,
los lutos aparecen en los rating de lágrimas
y no hay ningún valor cotizando en la bolsa.
Me da vergüenza ajena el desamor de otros
y un sol de incertidumbre se hace sombra en mis ojos.
Entre tantos diecisiete cargados de tragedia
los años son un cuento que viajan al olvido.
Mañana hará otro día tal vez sin tanta rabia
pero hoy llueven perros y debía contarte.