He catado el dulce sabor de una fruta prohibida,
hasta he saboreado algunos labios perversos.
He caminado por campiñas vestidas de flores
y mucha veces, he sufrido entre las dunas de un desafecto,
He ido por el mundo creyéndome libre de buscar una mujer, para calmar mis apetitos de hombre.
De la vida conozco casi todos los secretos, hasta aquello que se juegan a escondidas debajo de las aguas de un mujeriego río.
Pero mi alma jamás había sentido el calor que sólo puede brindar
una mirada tibia llena de afectos y devociones.
He ido acechando al amor como lobo a su presa, en estos largos años en que me he sentido lleno de hastió.
Hoy las nieves del tiempo se hicieron visibles en mi cabeza.
El camino se acorta y voy llegando al final del itinerario, donde hay un precipicio de donde no se regresa.
Pero me quedó en la boca, el dulce sabor de un beso del alma, de aquella mujer que me regaló su vida, su amor y los más agraciados momentos.
Me iré de este mundo con algunas vergüenzas de cosas que he hecho, pero con el alma plena de satisfacción por las miles de obras buenas que he realizado y por haber tenido la certeza de haberme encontrado al final del camino, con el amor perfecto y eterno y de mis amadas letras.