Hoy, te recuerdo, como aquella tarde
que teñía tu piel, de rojo color,
tan calida, como el leño que arde
y quema de raíz, la más bellas flor.
Y te escondes ahí, tras la cornisa,
al ver sucumbir al día sin razón,
pues el recuerdo convierte en ceniza,
hasta aquel duro y gélido corazón.
¿Como te olvido? si tu reflejo
me sigue, cual fantasma del camino
y al ver mi triste rostro en el espejo,
descubro; que estar sin ti, es mi destino.
Pues este mundo de dudoso caudal,
me indica lentamente y poco a poco,
la falsa puerta del amor que toco
y muestra de si… su trágico final.
Es por eso, que al ver morir la rosa
que ha vestido de luz, aquel jardín,
entiendo el sufrir de la mariposa,
al no besar tus labios de carmín.
Y sin razón y porqué entendido;
veo por su cansado pétalo rodar
la gota que enjuga el llanto dormido,
y guarda en silencio, sus ganas de amar.
Y estruendosos rugidos se despiertan,
detrás del crepuscular horizonte,
donde el canto triste, de aquel cenzontle,
lleva el murmullo, de olas que se van.
Se han marchado junto a las nubes,
en la lejanía basta y colosal,
donde tú; con la carga a cuestas subes
y no encuentras, ni principio ni final.
Así es tu amor que de mí, hoy se aleja,
así nada más sin decir un porqué;
hoy sé, que es tan absurda esta queja,
pues solo me queda, aceptar que se fue.