Crepita el sol y resplandece fiero
el mar se precipita en sus vapores
para la sal de macerar dolores
en la herida sangrante del obrero…
humilladas las sombras por la brasa,
las manos en las fraguas primorosas
martillan en los yunque presurosas,
bajo el ardiente sol que las abrasa…
las sombras al obrero lo escarnecen,
con mendrugos de sal, salario inmundo,
viles lo esquilman en brutal despojo,
y de sorda riqueza se envanecen,
mientras sacude la miseria el mundo,
de sal y llanto para de nuestros ojos