“En un flujo constreñido de elegancia
La parsimonia a las letras inspiraba
La franqueza le brindaba consonancia
A un escrito en el que el alma se dejaba”
Que queda cuando todo se ha apartado
Y en vista sollozante se marca la blancura
Se siente el inmaterial espacio separado
En el que no existen tensiones ni premura
La risa etérea ostensible en un mohín
Plasmada en un papel que absorbe vida
El esclavo de un vicio que no tiene fin
Mala costumbre mil veces repetida
Porque la boca calla y las manos hablan
El carbón hecho de las cenizas de los días
Raspado contra ese vacío que toma forma
Cuando por este silencio sangran las encías
Detrás de las abstracciones necesarias
Detrás de la métrica tan mal utilizada
Debajo de esos laberintos de palabras
Se encuentran sensaciones desfogadas
Más allá de ilusorios demonios y dioses
En el interior se esconden los acertijos
Mucho más allá de los versos que esboce
Un alma se va desnudando en el papiro
Para conocerme yo, se me regaló tinta
Tinta de sangre para escribir la esencia
Para relatar mi propia realidad distinta
Aquella que aleja a gritos mi displicencia
Y tanto me he conocido entre mis versos
Entre las tantas metáforas y analogías
En mis escritos he creado mi universo
Con el latir de mi pecho como única guía
Para mí cada simple letra pesa un infinito
Pues con ellas mi memoria se ve plasmada
Los enredos de mi mente son descritos
Para intentar recordar importantes pisadas
Y es que más allá del tema de turno
Una vida se subsume en dicha blancura
Ya sea alegría pura o un andar taciturno
El papel supera, de la vida, su premura
No hay otro instrumento que permita
A una simple gota generar un oleaje
En este inmenso océano tan parejo
Para darle relieve a su tan corto viaje.
Andrés Ruiz H.