A Nataly, mi hermana
Si cierro los ojos quiero viajar
sin precisar lugar alguno
quiero precisar mi edad.
Seis años cabían en una palma diminuta
y se colgaban fantasías en la cabeza
una espada de madera
un camión cojo que volaba
un trompo dormido en el cajón,
fantasías a un metro de mi alcance
coloridas
como una sonrisa cuando un cometa cobraba vida
o con aroma de tierra en las uñas.
Seis años dentro unos pequeños zapatos
y tú dentro un balón pulposo
ya eras vida
una flor acuática, ajena
y dormida crecías.
Te metiste en mis infantes ojos
ahí adentro
eras una hoja celeste que se desprendía
de una cansada rama.
Viste la luz con dulzura
y llegaste con fuerza
arrancando:
a dos
a seis
a más de diez pares de ojos
lágrimas alborotadas de alegría.
Llegaste con tu rosa entre las piernas
y todo tu jardín
con el pasar del calendario, embellecía.
Te creció el cabello
y se columpiaban ahí tus sueños
ahora tú
pintando sueños
(los míos cada día están más distantes)
me gustaban esos tus sueños
delicados como porcelana
o una muñeca acostaba en tu almohada,
si sentías pavor
corrías y te aferrabas a la mujer
que llevaba falda larga hasta las pantorrillas.
Fuiste apagando velas
cambiando de traje
de dientes y de muelas
por tu frente desfilaban las letras
y los números no sólo contabas
también los sumabas,
y así ibas creciendo
sin darme cuenta.
Ahora surcas la vida
y te asomas curiosa
por la ventana de los sueños
qué esperas? un beso?
Naciste en invierno
para anticipar la primavera
con tu púber sonrisa.
Si vieras como te esperan los brazos
de quien puso la semilla en la tierra
y las manos fertiles que quizá no recuerdes
si tan sólo supieras!
El lunar que duerme en tu mejilla
ten cuidado quien la acaricia
y nunca dejes de ver
aunque el dolor
quiera cubrirte los ojos
con espinas.