Tú y yo… fuimos copa y vino
y nos nutrimos con el dulce licor de nuestra pasión.
El arco iris se vistió de celos
al ver la insigne pasión derramarse en nuestros besos.
Fuimos agua de vida,
la envidia de las olas
que no podían llegar con tanto ímpetu
a las playas de sus afectos.
Fuimos un edén… donde floreció el amor.
Hoy somos dos silencios
vagando por el vacío del tiempo.
Tú … la rosa más amada de mis días
la que una madrugada funesta se marchitó,
su extinción ha despojado de ornamento el jardín de mi ilusión
y ahogándome en un océano de evocación.
Esta soledad repartida
me ha dejado la vida echa astillas.
Nos falto mucha felicidad por recorrer
y besos para ofrendarnos.
Este río de amor no se secó con tu partida
porque todavía corre agua efusiva
por los afluentes de mis ojos que no te olvidan.
A este amor tan mío… Aún me queda el agradable aroma de tu dulzura
atesorada en mi alma entumecida.
Cuando mi huerto aislado se ciegue y mis raíces se marchiten
mi camino dejará de ser un tortuoso sendero,
Porque mi alma enamorada coincidirá con la tuya
Para habitar… en felicidad eterna.