Me enamoré de una mujer
que sólo para su placer
me utilizaba
Por ella espié a otros
de quienes capturaba noticias
que le daba cual fiel eunuco
Y protagonicé mil hechos de cama
donde traté de darme muerte
o de vivir vidas ajenas,
todo por esa mujer
Que me hizo creer que me amaba
y que sólo me usaba como su coartada
Fue por ella que acepté usar collar de perro
y ser vestido de mil ridículas maneras
Por ella que hasta hice de predicador
bombero, gasfiter y fruta de estación
pese al dolor intenso que me causaban
las transformaciones
Su abuso llegó al punto
que le serví de orinal
y sus escupos me supieron a gloria
y lamía la punta de sus zapatos
Hasta que puse fin a ese martirio
y me arranqué los ojos
en un súbito arranque de cólera
vaciando las cuencas hasta el hastío
para no verla jamás
Desde entonces estoy aquí, bastón en mano
rogando por unas monedas, señorita