¡Amor!
El ebrio azul colibrí iracundo
invadió el mapa verde de nuestros frondoso jardín.
Con su pico fértil y aleteo zumbante,
-como tus pestañas de vuelo-
donde el polen ampara sus dones de universo.
Mientras míro su alegre labor de flores
con la elegancia de una exótica danza
-como si conociera los pasos de tu cadera-
De su benigna púa estirada
sostiene su vuelo de alambre estable invisible.
Allí aletea con el acústico rumor de las
hojas impregnadas en tu espalda y
extrae la ópima harina de la rosa virgen,
con la libertad de tu pecho abierto de casa.
En sus profundos ojos de cielo donde duerme la brisa y
el naranja bordea el crepúsculo
evoca tu cálida mirada de regazo.
Frontera sin limites,
Allí duermen calmas y rondan azules mariposas,
bordando la arista dorada y las aspas que giran en tu vientre.