Un cielo arrugado me escupió en la cara
todas las angustias que embargan a Dios
por ver a las bestias nunca imaginadas
surgir del cariño de su creación.
Pueblos que se matan, hombres que se matan
niños que se mueren por inaniclón
y gurúes falsos y falsos profetas
que nos representan en la perdición.
Bota y botamanga lustrosa y planchada
y falsa sotana, disfrazado hedor,
de una voz que clama y una acción que calla
de cabaza gacha y falso perdón.
En la carne y hueso de mi introspectiva
veo como avanza lo superficial
que vomito el miedo del terror que tengo
porque me capture la banalidad.
Quiero conservarme en esta revuelta
donde el movimiento interno es total
y agradezco al cielo escupir mi cara
vomitando angustias que me hacen pensar.